"Valiéndose de las características propias de la novela gótica, la crónica medieval y la novela policíaca, El nombre de la rosa narra las actividades detectivescas de Guillermo de Baskerville para esclarecer los crímenes cometidos en una abadía benedictina en el año 1327. Le ayudará en su labor el novicio Adso, un hombre joven que se enfrenta por primera vez a las realidades de la vida, más allá de las puertas de su convento. En esta primera y brillante incursión en el mundo de la narrativa, que Umberto Eco llevó a cabo hace ahora treinta años, el lector disfrutará de una trama apasionante y de una admirable reconstrucción de una época especialmente conflictiva de la historia de Occidente."
De entre las virtudes de esta novela cabe destacar la acertada narración que realiza el autor a través de uno de sus protagonistas, que nos relata los acontecimientos sucedidos años atrás, siendo un joven novicio que ve en su maestro la experiencia y la sabiduría con la que nos embauca en cada una de sus reflexiones sobre los hechos relatados. De este modo, Umberto Eco logra introducir al lector en la trama, desarrollada en un escenario singular en el que los enigmáticos sucesos acontecidos en la abadía, el convulso pasado de algunos de sus personajes y los turbulentos acontecimientos que tienen lugar en las entrañas de la Iglesia durante esos años forman una excelente combinación de ingredientes, dando lugar a una obra que, si bien resulta un tanto farragosa en algunos de sus pasajes, termina atrapando en su lectura a todos aquellos que, con paciencia, superan algunos de sus tramos más ajenos a la trama principal.
Como sucede en muchas ocasiones con las obras literarias llevadas a la gran pantalla, ver la película antes de leer el libro suele ser una mala opción, aunque lo contrario tampoco es muy recomendable. Entonces, ¿qué hacer? Bueno, en este caso, sin duda, lo ideal sería lo segundo (yo, por desgracia, lo hice al revés), ya que “El nombre de la rosa” es una obra de esas en las que el transcurso de los crímenes y el comportamiento de los posibles culpables generan una atmósfera de misterio que logra estar por encima de esas otras partes de la narración que, como os decía, resultan ajena a la trama, ya que, en mi opinión (y este es el mayor defecto que pondría a la novela) en ocasiones conducen a reflexiones, por parte del narrador, que pueden resultar tan repetitivas como innecesarias.
Pero bueno, superadas estas cavilaciones que en ocasiones absorben la mente de nuestro querido narrador, creo que es una novela que merece la pena leer ahora que llega el verano y parece que hay un poco más de tiempo para entregarse a la lectura.
Como sucede en muchas ocasiones con las obras literarias llevadas a la gran pantalla, ver la película antes de leer el libro suele ser una mala opción, aunque lo contrario tampoco es muy recomendable. Entonces, ¿qué hacer? Bueno, en este caso, sin duda, lo ideal sería lo segundo (yo, por desgracia, lo hice al revés), ya que “El nombre de la rosa” es una obra de esas en las que el transcurso de los crímenes y el comportamiento de los posibles culpables generan una atmósfera de misterio que logra estar por encima de esas otras partes de la narración que, como os decía, resultan ajena a la trama, ya que, en mi opinión (y este es el mayor defecto que pondría a la novela) en ocasiones conducen a reflexiones, por parte del narrador, que pueden resultar tan repetitivas como innecesarias.
Pero bueno, superadas estas cavilaciones que en ocasiones absorben la mente de nuestro querido narrador, creo que es una novela que merece la pena leer ahora que llega el verano y parece que hay un poco más de tiempo para entregarse a la lectura.
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